miércoles, 30 de noviembre de 2011

Ensayo sobre El puesto del hombre en el cosmos de Max Scheler




El puesto del hombre en el cosmos de Max Scheler

Las primeras concepciones que se tuvieron del hombre eran dualistas y dimensionales, pues por una parte tenemos a los griegos que consideraban al hombre como un animal racional, basándonos en la palabra latina animae, que quiere decir alma o principio de movimiento, no suena ilógico el concepto de un animal racional, aunque dentro de la biología, el hombre es considerado como un animal que fue evolucionando. Otra concepción es la cristiana, que cree que el hombre es un ser creado por la divinidad, llamado a salvarse en el fin de los tiempos; la teoría de la evolución nos dice que el hombre es un animal más, pero que ha ido evolucionando[1]. Dice Scheler que “en ninguna época de la historia ha resultado el hombre tan problemático para sí mismo como en la actualidad”[2].
Según Descartes, los animales son “máquinas autómatas, res extensa”[3], estos nada tienen en común con el hombre que es una “sustancia espiritual y pensante”[4]. Lo que aquí Scheler crítica a Descartes es la separación de cuerpo y alma, pues surge una cuestión ¿cómo se comunican las sustancias?  A esto, Descartes respondió que “la glándula pineal  -el único órgano impar que encuentra, y además de función desconocida- es el punto en que el alma y el cuerpo pueden accionarse mutuamente”[5], aunque posteriormente negó la posibilidad de dar una exégesis a dicho problema de la comunicación entre las sustancias del alma y el cuerpo.
Max Scheler busca, propone y encuentra una idea unitaria y completa del ser humano, aunque con ciertos “compartimentos” que son los procesos psíquicos y los biológicos. Dice Scheler que “hay una unidad de lo físico y lo psíquico”[6] y agrega que “no existe el menor motivo para distinguir al hombre del animal”[7], pues menciona que el creacionismo y la creencia de la inmortalidad le dan un valor mayor al alma humana, pues le adjudican un origen y un destino especial[8]. Sobre este punto sobra mencionar que es injusto como el hombre se cree superior a los animales que, si bien no tienen la capacidad racional que el hombre tiene, no por eso significa que no sientan cuando los cazan, ya sea para comer o por simple “deporte”. Según el pensamiento judío, la existencia humana se encuentra “entre la animalidad y la divinidad, entre lo que es más y lo que es menos que la humanidad”[9].
Sin embargo, los animales no son libres, pues no son conscientes; mientras que el hombre sí lo es. El hombre es un ser racional, y por ende se percibe, percibe su alrededor e incluso percibe la existencia o no de un ser supremo, pero exista o no este ser, el ser humano es libre pues él elige las acciones que realiza, aunque ningún hombre realizará un gran mal, pudiendo elegir entre un mal menor (Cfr. Kant).  Aunque si se tiene la idea de que existe ese ser supremo que es justo y por ende da a cada quien lo que merece, se obraría conforme a lo que Él recompensaría, entonces ahí no se hablaría de libertad en el sentido estricto de la palabra.
El hombre está relacionado con los demás “reinos de la naturaleza [inorgánico, vegetal, animal]”[10]. Como diría Platón con su teoría de la participación, el hombre participa de ellos y de sus procesos. Además, el hombre cuenta con la memoria asociativa que se utiliza para encontrar un dato específico entre otros muchos; el dato/recuerdo, debe coincidir con lo real/concreto[11] .Y por último, el hombre tiene inteligencia práctica, que es cuando se usa la capacidad racional para solucionar un problema[12].
El espíritu necesita de una persona para manifestarse, y dicho espíritu es un principio vital del hombre, o sea que el uno necesita al otro. Cabe mencionar que espíritu no es lo mismo que vida, pero no por ello se da una antítesis, sino que se conjugan, pues el espíritu se realiza vivificándose, y el impulso vital se espiritualiza sublimándose[13]. El espíritu tiene la potencialidad de objetivar los entes en sí. Gracias al espíritu, el hombre actúa de otra manera, se vuelve un ser espiritual, y ya no está sujeto ni al impulso ni al medio. El hombre no está sujeto a límites, sino que se abre al mundo: Hombre↔ Mundo→ →...[14]. Aunque esta expresión se puede interpretar (para bien o para mal) a una disposición total de la naturaleza para el hombre. Y parece que así es, pues actualmente se ven muy nítidamente las consecuencias de un egoísmo masivo para cubrir las “necesidades básicas y primordiales” del hombre.  Aunque si bien el hombre produce y consume en cantidades impresionantes, cumple una función en el mundo, y no todo en él es destrucción, pues desde la antigüedad creaba sus armas para defenderse y buscar comida, y ahora crea desde pequeñas ideas que se vuelven teorías o leyes, hasta grandes edificios. El hombre es un ser que crea. Por su capacidad racional, puede comprender conceptos y llevarlos a la praxis, como lo son los valores. Sin embargo, el hombre “prefiere” un valor a otro, y es así como se da una jerarquía de los valores. Scheler cree que el corazón tiene leyes propias, que la razón no conoce. Eso nos deja en un relativismo y nos deja en claro que lo que para uno es el Bien para otro no lo es; lo que cura a uno, puede que mate a otro. Cada ser humano es único e irrepetible, aunque puede haber coincidencias de ser a ser, pero nunca será exactamente lo mismo. La autenticidad de las personas, es una característica esencial que va más allá de la muerte[15].
El punto opuesto del hombre es que “el animal está esencialmente incrustado y sumido en la realidad vital correspondiente a sus estados orgánicos, sin aprehenderla nunca ‘objetivamente’”. Es decir que el animal sólo es y está, más no piensa ni hace nada; aunque esto suene cortante y menospreciante, es real pues no hacen nada que afecte la naturaleza; al contrario, forman parte de la cadena trófica, que básicamente es la cadena alimentaria que incluye desde los hongos hasta los humanos.
Scheler crítica a las teorías naturalistas. La primera en criticar es la Mecánico-Formal pues hace una división entre lo psíquico y lo fisiológico[16].  El primer error que señala Scheler a la concepción Mecánico-Formal  es que “no advierten en primer lugar la peculiaridad de la categoría de la vida; como consecuencia forzosa tampoco pueden comprender el espíritu”[17]; también señala otro error que “consiste en no ver la esencia de la vida con su naturaleza y las leyes propias”[18].
Otra teoría naturalista es la vitalista, que hace de la vida lo más esencial del hombre, y por ende, del espíritu. Según esta teoría, el espíritu sería un ‘producto de la evolución’ de la vida impulsiva humana[19]. Se mencionan diversas concepciones sobre el hombre que van desde el pragmatismo angloamericano con Pierce, Williams James, Schiller y Dewey quienes pretenden formular una idea del hombre según su actividad (homo faber) y leyes[20].  Lo mismo pasa con la ‘voluntad de poderío’ de Nietzsche[21]. La concepción marxista versa sobre el capital. “Cada forma histórica relevante de la economía tiene por consecuencia, según Marx, un mundo espiritual peculiar, la conocida ‘superestructura’[22]. Si bien el trabajo, a base de capital, es una de las actividades que caracteriza al hombre de los demás animales, y más hoy en día, no concuerdo en que el trabajo haga al hombre, y suena contradictorio, pues vivimos en un tiempo donde todo es “métro-boulout-dodo”  (metro-trabajo-dormir), pero precisamente eso es lo que Scheler quiere que veamos, el hombre va más allá de un proceso biológico o psíquico. El hombre es una unidad, y cada hombre es diferente a los otros, y por esto no se entienda que se es más que los demás, pues precisamente Scheler dice que hay que actuar con solidaridad, pues es en el actuar solidario donde la divinidad se realiza. El hombre es una unidad, pero existe la comunidad. Y, al igual que en la religión judía, aquí tampoco se puede tener una representación de Dios, sólo se puede sentir mediante el actuar solidario. El único símbolo de Dios es el hombre.
Es una labor muy colectiva, pues el hombre participa de la voluntad de Dios. De hecho, Él se hace presente a través del hombre, quien primero toma conciencia de sí, para luego concientizarse sobre lo que le rodea para al último llegar a ser consciente de Dios.
Hay muchas preguntas que el hombre se plantea, y que son tan naturales pues al estar consciente de la nada se suele preguntar “¿dónde estoy yo mismo?”, “¿cuál es mi puesto?”, y al darse cuenta de que es una parte del mundo, se pregunta “¿por qué hay un mundo? Scheler dice que es un error decir “yo soy” como lo dice Descartes[23], o decir que “el mundo existe” como lo dice Tomás de Acquino[24]. Lo correcto es afirmar que ‘hay un ser absoluto’[25]. Aunque no creo necesario que se conozca primero a dicho ser; sino que, poco p a poco, ir ascendiendo como el hombre en las cavernas. Primero ver las sombras, luego ver las cosas en sí, y luego ver el Sol o el Bien o Dios.
Debido a la preocupación que causan las preguntas anteriores, Scheler propone la religión como un escudo, una barrera a dicha angustia de poder no-ser, en vez de ser. La famosa y poco popular nada. ¿Por qué el hombre teme tanto morir? Algunos dicen que la muerte es parte de la vida; sin embargo, se tiende a pensar que es el fin de ella. ¿Por qué como seres racionales no se cambia la percepción la muerte? “El hombre es un ser para la muerte” dice Heidegger muy gélida y directamente. Aunque bien, esto puede ser una idea del hombre, una antropología.
La antropología que Scheler propone es una antropología que une todos los eslabones. Él plantea que el hombre es un ser físico, psíquico y espiritual. Crea una unidad, que, si bien tiene diversas partes, la una no funciona sin la otra, es necesaria una unidad corpórea en la cual se puedan dar los impulsos o movimientos, ya sean intelectuales o espirituales, volitivos. Scheler rompe barreras y une ciencia y religión, que muchas veces esto se considera inimaginable. Dicha unidad que propone del hombre, es el hombre real, el que piensa lógicamente, el que siente necesidades fisiológicas o biológicas, el que sufre pasiones, y por sobretodo, el hombre que tiene espíritu, y por ende puede accionar conforme su voluntad, y también conforme la voluntad divina. Esto generaría un problema, pues si el hombre realiza la voluntad de Él, el hombre ¿está siendo él mismo? Sólo por medio del acto solidario, el hombre se une a Dios, entonces ¿todos los hombres se dan cuenta del ser divino?  Desde los tiempos antiguos los hombres miraban el comportamiento de la naturaleza, la divinidad.  Entonces ¿el hombre se comporta de la forma en que lo hace esperando algo a cambio de la divinidad? El hombre se puede corromper y puede ser egoísta, pero también es un ser con una gran capacidad racional, y por ende, tenderá al Bien, tenderá a ser perfecto con todas sus imperfecciones y errores (de los que aprende tarde o temprano, pues cada quien aprende a su modo y tiempo).


Bibliografía



[1] Max Scheler. El puesto del hombre en el cosmos. Ed. Losada, Buenos Aires, 1938. P. 16 (http://es.scribd.com/doc/50078831/Scheler-Max-El-puesto-del-hombre-en-el-cosmos)
[2] Ibidem
[3] Julián Marías. Historia de la Filosofía. Ed. Alianza. P. 214
[4] Ibidem
[5] Ibidem
[6] Max Scheler. Ob. Cit. Ed. P.90
[7] Ibidem
[8] Ibidem
[9] Radakrishnan. La concepción del hombre. P. 142
[10] Max Scheler. La idea del hombre y la historia. Ed. Elaleph (http://es.scribd.com/doc/48659159/Scheller-Max-La-idea-del-hombre-y-la-historia)
[13] Ibidem
[14] Max Scheler. Ob. Cit. P. 50
[16] Max Scheler. Ob. Cit. P. 91-2
[17] Ibidem. P. 92
[18] Ibidem. P. 93
[19] Ibidem. P. 94
[20] Ibidem
[21] Ibidem
[22] Ibidem. P. 94-5
[23] Ibidem. P. 103
[24] Ibidem
[25] Ibidem

martes, 29 de noviembre de 2011

Blanca

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Me dan tanto miedo las páginas en blanco, pero vengo aquí a escribir y no tengo miedo. Bueno, no tanto. Es decir, me preocupo poco por si alguien lo lee y se da cuenta de mi pésima escritura, pero al menos no me evaluarán.

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