domingo, 29 de enero de 2012

A mi amigo de cuatro patas

*

Nunca fuiste mío, y sin embargo estuviste conmigo en muchos momentos, unos buenos, otros un tanto amargos. Al principio no nos acercábamos, pero día con día me veías pasar a tomar el camión, y yo te veía recostado en la misma banqueta de la Dante Alighieri. Te dejaba comida en el suelo y agua en un recipiente. 
Un día, corriste y saltaste a mí, era tu manera de dar las gracias, era tu abrazo, tan cálido. 
Así pasaron los meses, día con día, tarde con tarde, noche con noche. Paseábamos por aquí y por allá. Un gato te asustó, y también otros perros más grandes y fuertes que tú. 

Hace un tiempo que no te he visto, y me duele. No sabes ni sabrás cuánto te extraño, cuánto te quiero por tus ojos cafés y tu pelo miel. Por tu forma de ser en la que me vi/veo reflejada. Yo estaba sola y perdida, al igual que tú. Juntos pasamos días, tardes y noches hermosas, en compañía. 

Espero realmente volverte a ver, o si no te vuelvo a ver que sea porque el viejito aquél te haya adoptado. Te mereces lo mejor pulgoso hermoso. En serio que sí. Y todos los días sigo pensando en ti, pues sigo caminando por la Dante Alighieri, y hay un cachorro que se parece a ti, aunque él si ladra mucho más que tú, e incluso un día me quería morder porque caminé cerca de donde estaba él y sus amigos. Les interrumpí el juego jaja! 

En fin, suficientes lágrimas por hoy. 

*

No hay comentarios: